Valores morales, DDHH y calidad jurídica

a) ¿De qué manera la honestidad, la justicia y la empatía influyen en la calidad de las decisiones jurídicas?

  • Si uno cuenta con empatía, podrá entender el sufrimiento y las satisfacciones más gratas para los demás. Si uno es honesto consigo mismo, se dará cuenta de que sólo se pueden desear, para los demás, los mayores bienes, y los menores males; y que, si alguna vez hace o les desea mal a otros, es solamente porque somos demasiado ignorantes sobre la importancia de nosotros mismos, y porque nos da terror pensar en nuestra fragilidad. Con empatía y honestidad, sólo nos faltará determinación para evitar lo más posible el mal para los demás, y decidir que en todo aquello que hagamos, sólo procuremos los mayores bienes posibles para todos. Si lo viéramos globalmente, nos daríamos cuenta de que buscar la justicia para todos, es el único bien real que podemos obtener para nosotros mismos.

b) ¿Por qué es indispensable que los derechos humanos sean una guía constante en el ejercicio profesional del ámbito jurídico?

  • El imperativo categórico kantiano me parece la guía más fundamental para entender esto. “Ve a los otros como fines en sí mismos, no como medios”. Siendo así, es en los derechos humanos donde se concentran las condiciones de posibilidades mínimas para el desarrollo pleno de todo ser humano. En el ámbito jurídico, los derechos humanos son el único criterio eficaz para reconocer la imparcialidad sustancial que pueda haber o no haber en nuestros actos profesionales.

c) ¿Es la misma afectación la que se manifiesta en el quehacer jurídico, cuando se trata de la falta de valores éticos que cuando se trata de la falta de protección a los derechos humanos?

  • Sí, absolutamente.

d) En países donde los derechos humanos son frecuentemente vulnerados, ¿cómo puede el profesional del derecho ejercer sin ser parte de ese sistema?

  • En todos los países, es necesario que el profesional realice una meditación, una crítica y autocrítica profunda y honesta acerca de los límites entre la influencia externa y su autonomía individual.
  • La particularidad de nuestro país es que carece de identidad. Los grupos de personas distintas que habitan el territorio no parecen compartir nada como un objetivo y origen común. Si por causa de la esquizofrenia social aparente, nosotros mismos no reconocemos nuestra identidad; en otras palabras, si como profesionales no somos diferentes de los ladrones y criminales, entonces debemos entender que no hemos prácticamente ni nacido, que toda nuestra vida es la mentira que hemos dejado que nos cuenten. La única manera de salir de esta caverna viciosa es el estudio, la formación auténtica, la educación. En nuestro país, se necesita que todos las personas adultas y profesionales, asumamos un deber estricto de convertirnos a la vez en maestr@s, con cada acto personal y profesional, de qué y cómo es hacer algo bien; cada profesional debemos rechazar e intervenir positivamente en todo aquello que esté mal.

e) ¿Debe el abogado litigante aceptar un caso que podría comprometer su ética profesional o, por el contrario, debe rechazarlo en función de sus principios?

  • Debe aceptar, bajo la conciencia de la clase de ayuda que su cliente necesita, con la empatía y honestidad con la que debió haberse formado. Si el abogado entiende, expone, y ayuda a su cliente a valorar sus mejores argumentos, es posible que el cliente decida atender, en primer lugar, la causa que lo obligó a enfrentar un proceso legal, y luego, en acompañamiento profesional, el mismo cliente decida un arreglo ético y legal, que no comprometería la ética del abogado, sino que, en función de la actuación profesional bajo principios, abone con ello a su buen prestigio.

Fuentes de consulta:

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