Cursos de capacitación o “pláticas de acondicionamiento”

En el ámbito del desarrollo personal y profesional, la transmisión de información y la modelación de conductas se presentan bajo diversas etiquetas. Desde los talleres y cursos de capacitación, que prometen un crecimiento en habilidades y conocimientos, hasta las denominadas «pláticas de acondicionamiento», el espectro es amplio. Sin embargo, es crucial analizar la intencionalidad y la metodología subyacente para distinguir entre procesos que genuinamente buscan la adquisición, uso y transmisión de conocimientos, y aquellos que se inclinan peligrosamente hacia el adoctrinamiento. Este ensayo se propone desentrañar estas diferencias, apoyándose en fuentes académicas para iluminar la sutil pero fundamental distinción entre formar mentes críticas y simplemente conformar comportamientos.

Los talleres y cursos de capacitación, en su concepción ideal, se fundamentan en principios pedagógicos y andragógicos que promueven el aprendizaje activo y significativo. Como señala Knowles (1984), la andragogía reconoce que los adultos aprenden mejor cuando comprenden la relevancia de lo que están aprendiendo para su vida y trabajo, participan activamente en el proceso y pueden aplicar inmediatamente los nuevos conocimientos y habilidades. En este sentido, un taller o curso de capacitación efectivo se caracteriza por:

  • Objetivos Claros y Medibles: Se centran en el desarrollo de competencias específicas, conocimientos técnicos o habilidades blandas que el participante puede identificar y evaluar.
  • Metodología Participativa: Fomentan la interacción, el debate, la resolución de problemas y la aplicación práctica a través de estudios de caso, simulaciones o ejercicios. Como indica Díaz Barriga (2002), las estrategias de enseñanza-aprendizaje deben ser coherentes con los propósitos educativos y promover la construcción del conocimiento.
  • Pensamiento Crítico: Aunque se presenten modelos o teorías, se espera que el participante los analice, los cuestione y los adapte a su propio contexto, en lugar de aceptarlos como verdades absolutas.
  • Transferencia del Aprendizaje: El fin último es que el conocimiento y las habilidades adquiridas se utilicen y se transmitan en el entorno laboral o personal del participante, generando un impacto tangible.

Por otro lado, las «pláticas de acondicionamiento» y, en un extremo más preocupante, el adoctrinamiento, operan bajo una lógica distinta. Si bien pueden presentarse bajo una apariencia formativa, su núcleo reside en la inculcación de creencias, actitudes o comportamientos específicos, a menudo sin espacio para la reflexión crítica o la disidencia. Zaller (1992), en su estudio sobre la opinión pública, aunque no se centra directamente en la capacitación, ofrece un marco para entender cómo la información, especialmente cuando es unilateral y repetitiva, puede moldear las creencias.

El adoctrinamiento, según definiciones académicas (Snook, 1972), implica enseñar a alguien a aceptar un conjunto de creencias de manera acrítica. Las características que lo distinguen de la educación genuina incluyen:

  • Intencionalidad de Inculcar: El objetivo principal no es desarrollar la comprensión o la habilidad, sino asegurar la adhesión a una doctrina, ideología o conjunto de normas preestablecidas.
  • Metodología Unidireccional y Persuasiva: A menudo se basa en la exposición repetitiva de ideas, el uso de lenguaje emocionalmente cargado, la simplificación excesiva de problemas complejos y la presentación de información de manera sesgada o incompleta. Se limita o desincentiva el cuestionamiento.
  • Supresión del Pensamiento Crítico: No se fomenta el análisis independiente ni la consideración de perspectivas alternativas. La duda se percibe como una resistencia a ser superada, no como un motor de aprendizaje.
  • Foco en la Conformidad: Se busca la uniformidad en el pensamiento y la conducta, en lugar de la autonomía intelectual y la diversidad de enfoaces.

Las «pláticas de acondicionamiento» pueden considerarse un escalón intermedio o una forma más sutil de adoctrinamiento. Si bien pueden no presentar una ideología completa, sí buscan moldear respuestas o actitudes específicas ante determinadas situaciones, a menudo apelando a la motivación extrínseca o al temor, más que a la comprensión profunda. Por ejemplo, una charla que insiste en la «actitud positiva» de forma dogmática, sin analizar las causas subyacentes de los problemas o permitir la expresión de preocupaciones legítimas, podría deslizarse hacia el acondicionamiento. Se busca una respuesta programada más que una adaptación reflexiva.

La diferencia crucial radica, entonces, en el respeto a la autonomía del individuo. Mientras que la capacitación genuina empodera al individuo al proporcionarle herramientas intelectuales y prácticas para que tome sus propias decisiones y resuelva problemas de manera creativa, el adoctrinamiento busca subsumir la individualidad en una colectividad acrítica o en un patrón de conducta predefinido. La primera promueve la adquisición, el uso reflexivo y la transmisión enriquecida del conocimiento; la segunda, la recepción pasiva y la reproducción de dogmas.

Es imperativo que tanto las organizaciones como los individuos desarrollen un discernimiento agudo para identificar estas diferencias. La inversión en capital humano a través de la capacitación es fundamental para el progreso, pero esta debe realizarse con una ética que priorice el desarrollo integral y la capacidad crítica de las personas. Confundir la formación con el simple acondicionamiento o, peor aún, con el adoctrinamiento, no solo es contraproducente a largo plazo, sino que socava la esencia misma del aprendizaje y la libertad intelectual. La verdadera transformación surge del conocimiento comprendido y libremente aplicado, no de la conformidad impuesta.

Referencias

  • Díaz Barriga, F. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo: Una interpretación constructivista. McGraw-Hill.
  • Knowles, M. S. (1984). Andragogy in Action: Applying Modern Principles of Adult Learning. Jossey-Bass.
  • Snook, I. A. (Ed.). (1972). Concepts of Indoctrination: Philosophical Essays. Routledge & Kegan Paul.
  • Zaller, J. R. (1992). The Nature and Origins of Mass Opinion. Cambridge University Press.

Diario proceso denuncias formales. SEPH –Viernes, 31/05/2025.

Alrededor de estos días y comienzos del mes de junio se estarían cumpliendo, aproximadamente, 3 años en cuanto a los hechos más concretos suscitados, los cuales dan origen a la necesidad de presentar denuncias formales en cuanto a hostigamiento laboral por parte de las autoridades educativas mencionadas a continuación, así como negligencias y omisiones respecto de sus funciones, todo lo cual constituyen presuntos delitos administrativos.

Comenzando con mi entonces superior, la (ex)subsecretaria de Educación Básica, Myrlén Salas Dorantes, tanto la situación de hostigamiento laboral (si bien, después de ella, de manera disimulada; lo cual se conoce como “violencia pasiva”), como la inacción y evasión de responsabilidades y funciones de autoridades educativas fueron replicadas, continuadas y extendidas por los ciudadanos funcionarios Daniel Fragoso Torres y Natividad Castrejón Valdés, Subsecretario de Educación Medio Superior y Superior, así como Secretario de Educación Pública del Estado de Hidalgo; no sobrando mencionar: secretario que fue asignado y nombrado fuera de toda preceptiva ética y legal.

En virtud de las disposiciones legales, se entiende que una falta de esta naturaleza, de hostigamiento y/o acoso sexual y/o laboral, cuenta con un plazo de hasta 3 años para poder ser denunciada y atendida. Por otra parte, los hechos, actos y omisiones que constituyen delitos administrativos, no sólo se han agravado y acentuado, sino extendido y multiplicado, con lo cual se puede sustentar, evidenciar y argumentar la plena flagrancia de esta acusación contra las autoridades mencionadas, como actos realizados de manera totalmente intencional y perjuiciosa, constante, continuada e impune durante toda su administración, teniendo para ello, además, el absoluto respaldo del gobernador, ciudadano Julio Menchaca Salazar, quien con ello, así, se adjudica el cohecho delictivo cometido en la Secretaría de Educación Pública, y se posiciona como autor y actor principal de la corrupción perpetuada ―desde el ejecutivo― hacia todos los niveles, aspectos y sectores del Gobierno del Estado de Hidalgo en general. Habremos de declarar, en este orden de ideas, en apego a la veracidad que todo proceso legal ha menester, que estratégica y deliberadamente se ha hecho uso del mayor tiempo legal permitido para llevar a cabo el proceso.

Dada la naturaleza compleja y sistémica en cuanto al contenido de las denuncias a realizar, así como de nuestras previsiones justificadas sobre que nuestras denuncias llegasen a ser desestimadas, desatendidas e ignoradas por las instancias y autoridades correspondientes para tal efecto, en corrupción concertada con Gobierno del Estado, es por ello que durante el tiempo transcurrido se han recabado mayores registros de hechos y evidencias que den cuenta clara y contundente sobre las materias denunciadas.

Además, gracias a la posibilidad de analizar y estudiar la manera sistemática (ante el problema sistemático) para presentar nuestras denuncias, contamos con la perspectiva para evitar que nuestras pruebas presentadas sean desechadas a la ligera, o con argumentos insuficientes; situación desafortunada que ocurre y se repite en un sinnúmero de casos como el presente. Es decir, además de simplemente presentar pruebas y relatoría de los hechos que son motivo de las denuncias, también presentaremos análisis detallados fundamentados legalmente, así como desde distintas disciplinas científicas.

Con ello buscamos que nuestra denuncia sea lo más sólida posible, con calidad análoga a la de un peritaje, haciendo necesario que el tratamiento y resolución de la misma se atenga a los estándares más rigurosos y objetivos; dificultando así que, para juzgar nuestro caso presentado, exista posibilidad de resolución errónea o manipulada por la misma corrupción denunciada.

(continuará… proceso y denuncias en marcha; ver el siguiente artículo “¿Qué es periodismo de investigación?”)

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mitos y falsedades mexicanas

¿A qué edad te enteraste de que “Malinche” era un apodo para referirse a Hernán Cortés, y no a aquella mujer de origen prehispánico recordada por ser buena aprendiz de lenguas, y que hizo las funciones de intérprete entre españoles e indígenas?

Sí, la mujer que traducía entre castellano y lenguas ab-orígenes, fue nombrada (por los españoles) y conocida en general, mayormente, como “Doña Marina”. No: «Malinche».

“Malinche” era como los grupos autóctonos identificaron y nombraban a “Hernán Cortés”; pues por la misma razón que los españoles prefirieron poner nombres españoles a sus nuevos súbditos (no entendían el significado ni la “pronunciación de las palabras o nombres en lenguas nuevas, desconocidas), los indígenas no llamaban a Hernán Cortés así, por su nombre “original”, sino que le asignaron una palabra en su propio idioma.

Debe tomarse en cuenta, también, que “Malinche” es una manera de interpretar “castellanizadamente” el sonido diferente de la lengua prehispánica hacia el modo de escuchar y escribir castellano por lo que, tal cual, “Malinche”, tampoco sería la palabra exacta que debió haberse usado en la lengua fuente. Todo lo cual es parte de fenómenos lingüísticos “normales”, hasta este punto.

El error menos explicable, y que evidencia la pobre comprensión lectora que tenemos sobre nuestras fuentes de información, así como nuestro bajo nivel educativo nacional general, incluyendo todo lo referente a nuestra identidad, cultura e historia, es que: encima del error que constituye la confusión de personajes históricos, identidades, nombres y/o sus roles; seamos capaces de acumular aún más errores y producir aún mayor ignorancia de la que ya padecemos.

Resulta que le decimos “malinchista” a una persona, por ejemplo, cuando intentamos “acusarla” de, o queremos denotar, una especie de traición proveniente de tal persona, pensando que nos referimos alusivamente a la traductora e intérprete “Doña Marina”, como bajo la interpretación de que su labor significó una alianza con el enemigo, en perjuicio de las etnias originarias como si todas ellas desde entonces hubiesen sido unívocas y unánimes raíce de la «sólida» identidad mexicana moderna.

Me pregunto entonces: ¿Será esto signo, señal o síntoma de por qué o cómo es que los mexicanos repudiamos a aquella gente que demuestra conocimientos y capacidades de aprendizaje mayores a los nuestros? ¿Será esto un indicio de por qué cultivamos, fomentamos, incentivamos, y hasta exigimos que nuestros amigos, familiares, subalternos y/o colaboradores sean los más ignorantes y serviles posibles?

Una persona capaz y con conocimiento de las cosas, parece que necesariamente sería una persona traidora. Una persona ignorante y sumisa, ¿es aquella a quien consideramos mejor para relacionarnos, hacer vínculos, y en quienes más podemos confiar?

Ahora bien, esta clase de percepción, que podemos rastrear históricamente para observar con cuánto cuidado, pasión, constancia, y rigor ha sido mantenida y cultivada, por tantos siglos, ¿qué ventaja, beneficio o rasgo particular irrenunciable y característico de nuestra identidad gloriosa identidad nos aporta?

¿Será que de verdad esto de nombrar y considerar malinchista a alguien, desde un tono peyorativo, lo tomamos, lo aprendimos y lo conservamos como para honrar y definir nuestra identidad unívoca indígena AUTÉNTICA, y al mismo tiempo censurar a las personas traidoras originarias de un grupo que se conoce con otros, aprende su cultura nueva, a interactuar con ella, y que así traiciona a su colectivo e identidad propias?

¿O será que eso lo aprendimos de los españoles, que hasta la fecha inculcan y mantienen la clase de cristianismo más incoherente y retrógrado del mundo entero, y gracias al cual también son el país y la identidad europea menos desarrollada?

Quizá no tengo respuesta definitiva ni suficiente a las últimas preguntas planteadas. Pero, volviendo al inicio de esta pequeña disertación: si no sabes cómo, en qué fuente o fuentes de información, puedes verificar a quién y por qué se puso el nombre o apodo de “Malinche”, y desea resolver esta deficiencia, yo puedo ayudarte.

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¿Qué es periodismo de investigación?

Breve aproximación

El **periodismo de investigación** es una práctica periodística especializada dedicada a descubrir, analizar y exponer hechos y situaciones que, de otra manera, permanecerían ocultos ante la opinión pública. Esta modalidad se distingue de otros géneros informativos porque no se limita a reportar eventos inmediatos, sino que se enfoca en el análisis profundo y en la verificación rigurosa de la información a través de métodos sistemáticos. Los periodistas investigadores utilizan técnicas similares a las de la investigación científica: formulan hipótesis, recaban datos de fuentes diversas (documentos oficiales, testimonios, registros y bases de datos) y contrastan la información para construir reportajes que, además de informar, impulsan la rendición de cuentas y el debate público (Universidad Estatal de Milagro [UNEMI], 2020).

En este sentido, la UNESCO define el periodismo de investigación como el proceso mediante el cual se “exponen al público asuntos que están ocultos, ya sea deliberadamente por alguien en una posición de poder o de forma accidental, tras una masa caótica de hechos” (UNESCO, n.d.). Este énfasis en desenmascarar prácticas poco transparentes o abusivas le confiere a este tipo de periodismo un rol fundamental en el fortalecimiento de la democracia, ya que contribuye a que tanto instituciones como individuos rindan cuentas por sus actos.

Además de sus implicaciones sociales y políticas, el periodismo de investigación requiere un compromiso ético y una gran inversión de tiempo y recursos. El proceso investigativo suele durar meses o incluso años, involucrando un manejo cuidadoso de la confidencialidad y la protección de las fuentes, lo que refuerza la idea de que este tipo de periodismo no solo se trata de informar, sino de contribuir a la transformación de contextos sociales, políticos y económicos (Universidad Estatal de Milagro [UNEMI], 2020; UNESCO, n.d.).


El Periodismo de Investigación y su Impacto Democrático:

Un Estudio de Caso del Escándalo Watergate

Introducción

El periodismo de investigación constituye una herramienta esencial en sociedades democráticas, pues se encarga de desvelar hechos y procesos ocultos tras las estructuras del poder. Su labor no se limita a reportar hechos inmediatos, sino que persigue, a través de métodos sistemáticos y rigurosos, el esclarecimiento de prácticas ocultas o abusivas que afectan el interés público. Un ejemplo emblemático es el caso Watergate, cuyo estudio ha permitido entender cómo la determinación y el compromiso de periodistas puede transformar el escenario político y social (Kovach & Rosenstiel, 2001; Zelizer, 2004).

Desarrollo

El Caso Watergate: Descubrimiento y Metodología

El escándalo Watergate, ocurrido en la década de 1970, es uno de los casos más estudiados en la historia del periodismo. Los reportajes elaborados por Bob Woodward y Carl Bernstein en The Washington Post se fundamentaron en la verificación meticulosa de documentos, testimonios de fuentes confidenciales y técnicas de triangulación de la información. Estos esfuerzos permitieron exponer un entramado de corrupción y abusos de poder en el gobierno de los Estados Unidos, marcando un antes y un después en la práctica informativa y en la rendición de cuentas política (Bernstein & Woodward, 1974).

La investigación se caracterizó por la persistencia de sus autores ante el riesgo y el escepticismo, demostrando la relevancia del compromiso ético y profesional en la labor periodística. Así, Watergate ofrece un modelo metodológico en el cual la combinación de habilidades analíticas, el uso de fuentes múltiples y la verificación rigurosa se erigen como pilares fundamentales para lograr un reporte veraz y de alto impacto (Schudson, 2003).

El Estudio de Caso y sus Implicaciones

Analizar el caso Watergate desde una perspectiva académica permite extraer valiosas lecciones tanto para la práctica periodística como para los estudios en ciencias de la comunicación. En primer lugar, se evidencia la importancia de la independencia editorial y la protección de las fuentes, elementos cruciales en investigaciones que desnudan relaciones corruptas entre instituciones y actores políticos. Además, el enfoque metodológico empleado—que combina investigación documental, entrevistas y análisis comparativo—paralela los métodos propios de estudios de caso en las ciencias sociales, donde la triangulación de datos y la validación cruzada son esenciales para la robustez de cualquier hipótesis (Kovach & Rosenstiel, 2001).

El impacto de la investigación Watergate fue tal que derivó en consecuencias políticas de gran alcance; la presión mediática y social derivada de la exposición de hechos irregulares impulsó el proceso de renuncia del presidente Richard Nixon, cimentando el rol del periodismo de investigación como guardián de la transparencia y la rendición de cuentas. Este acontecimiento se ha convertido en un referente académico que se estudia en programas de comunicación y periodismo, y cuyos métodos han sido replicados y adaptados en diversas investigaciones contemporáneas (Zelizer, 2004).

Relevancia Contemporánea y Paralelismos en Otros Contextos

El estudio del Watergate también encuentra paralelismos en investigaciones recientes, donde el rigor metodológico y la búsqueda de la verdad siguen siendo determinantes para informar a la ciudadanía. Estudios como el realizado por Domínguez (2012), que analiza el periodismo científico en diarios jaliscienses, resaltan la continuidad de estrategias investigativas similares para abordar temas complejos y de gran impacto social. Aunque el contexto y la temática difieren, ambos casos subrayan la importancia de un periodismo que se atreva a cuestionar el poder y se comprometa con la transparencia, ejerciendo una función crítica indispensable en la sociedad contemporánea.

Conclusión

El caso Watergate se erige como un ejemplo paradigmático de cómo el periodismo de investigación puede influir decisivamente en el rumbo político y social de un país. La entrega y el rigor metodológico de sus protagonistas han permitido no solo la exposición de prácticas corruptas, sino también el establecimiento de nuevos estándares éticos y profesionales en el ámbito informativo. En la era digital, en la que la abundancia de información y las nuevas tecnologías plantean desafíos inéditos, los aprendizajes extraídos de Watergate y estudios complementarios, como el de Domínguez (2012), resultan fundamentales para renovar y fortalecer el compromiso del periodismo con la democracia y la verdad.


Referencias

Bernstein, C., & Woodward, B. (1974). All the President’s Men. Simon & Schuster.

Domínguez, S. (2012). Periodismo científico: Caso de estudio de dos diarios del estado de Jalisco, México [PDF]. Universidad de Guadalajara. Recuperado de https://www.academia.edu/9562576/Periodismo_Cientifico_Caso_de_estudio_de_dos_diarios_del_estado_de_Jalisco_Mexico

Kovach, B., & Rosenstiel, T. (2001). The elements of journalism: What newspeople should know and the public should expect. Three Rivers Press.

Schudson, M. (2003). The sociology of news (2nd ed.). W. W. Norton & Company.

Universidad Estatal de Milagro. (2020). *¿Qué es el periodismo de investigación?* [PDF]. Recuperado de [https://sga.unemi.edu.ec/media/recursotema/Documento_2020124184617.pdf](https://sga.unemi.edu.ec/media/recursotema/Documento_2020124184617.pdf)

UNESCO. (n.d.). *Manual de periodismo investigativo* [Documento PDF]. Recuperado de [https://www.unesco.org](https://www.unesco.org)

Zelizer, B. (2004). Taking journalism seriously: News and the academy. Sage Publications.