Todos tenemos un grado de irritación.
¿De dónde proviene?
De la vida.
Toda vida irrita
no hay vida que no irrite.
Y si seguimos
no hay vida sin piel.
Vivir implica rozar
incluso a un nivel mayor
rozarse.
Sobrevivimos, sí
pero estamos constantemente
irritados
como un bebé que usa pañal.
Es necesario algún tipo de ungüento
aunque sea placebo
algo que disminuya la irritación
que impida que aumente.
Pero a veces aumenta.
El grado de irritación
se hace evidente
en cómo miramos
en cómo hablamos.
Algunos creen
que es con ellos.
Pero la irritación
siempre proviene de adentro
de ese constante sentir que se roza
de esa repetición de la vida
que es en sí misma un engaño.
Porque no hay repetición
solo piel.
Y no hay una misma sensación.
Cada día, cada instante es diferente.
Pero el rozar
en lo que fijamos la atención
es el mismo.
Por eso nuestra irritación.
Y lloramos
pero no hay una madre
que venga a auxiliarnos.
Estamos solos
con nuestra irritación
sin palabras para decir
que viviremos por siempre irritados
y que no hay nada que hacer.
Solo cuando no hay vida
no hay irritación.
Y yo que me pregunté
de dónde venía mi irritación
ahora quiero olvidarme de ese adónde.
Porque no solo roza e irrita
hiere.
Porque he visto
lo que quiero olvidar.
Y sigo llorando
por una madre que venga
con la crema de culito
pero para mi alma
para su constante irritación
y su enojo existencial.
