Of course you have the right to choose not to fight for anything.
The right to be happy, to relax, to think you are that such a great person who does not owe anyone and who works, pays their taxes and votes when they should.
Of course you have the right to mind your own business. To listen to the news as an unsettling hum. Not to get into trouble that does not affect you at all.
As if any life whatsoever was not difficult in the first place.
Of course you have the right to wrap yourself within your kin. Today, it is a blessing to have anyone. And… for tomorrow: everything is so shaky!
Of course you have the right to take refuge. Like you, I too wish for the immense power to think of nothing.
It is true, I envy you because I have no one.
Of course you have the right to be full of pride. No matter what, you stand tall. The people who know you, they know how much you have endured. How much suffering, how much effort, all of your sacrifice and your steadfastness. The respect you have always shown for your bosses and friends. How you shape and adapt, and how you usually smile and always reply to all salutations.
Of course you have the right to peace of mind. You do your job, you obey, you are punctual and you complete all your tasks. You are loyal and grateful. And your entire social group knows it is counting on you. Together, you have protected all of your interests. You have not allowed anyone to humiliate, insult, or steal from any of you.
And me, a poor useless hypocrite, a repulsive outcast, who defends any cause for no other reason but to scream scandalously, pleading for scraps of attention! …like crumbs from a table…
Of course you have the right to ignore me. [It is not but…] Because of people like me, this country is going nowhere! I have resentments, traumas, vices and madness. Just this irascible, unstable person who cannot tolerate himself.
There is one sole thing I want to beg of you… It is just that… ever since I was born, I have been plagued by this deep unbearable nausea.
I never understood what it all meant. I do not like it. Every little detail, the organisations, the protocols, the hierarchies, every written rule and every etiquette convention, every celebration, rally, meeting, party or assembly, every ideological faction, any kind of workers union and guerrilla group: everything!… Yes! Everything in the entire universe disgusts me to the core!
You cannot imagine how many times I have wished to put an end to this misery! There is nothing else I can hope for but to put an end to that: Once and for all!
Why do not you, please, come and help me get rid of this suffering?
Deep down, I know it! I am a coward: Infinitely so!
Claro que tienes derecho de no luchar por nada. Derecho a ser feliz, a relajarte, a pensar que eres esa tan genial persona que no debe nada a nadie y que trabaja, que paga sus impuestos y que vota cuando debe.
Claro que tienes derecho de limitarte a lo tuyo. De escuchar las noticias como un ruido molesto. De no meterte en problemas que para nada te tocan.
Como si no fuera cualquier vida algo difícil.
Claro que tienes derecho para envolverte en los tuyos. Hoy es una bendición el tener a alguien. Y para el día de mañana, todo es tan inseguro… Claro que tienes derecho a refugiarte. También desearía, como tú, ese inmenso poder de no pensar en nada.
Es la verdad, que te envidio, porque yo no tengo a nadie.
Claro que tienes derecho para llenarte de orgullo. Sin importar lo que sea, estás de pie. La gente que te conoce sabe cuánto has pasado. Cuántas penas, esfuerzos, todo tu sacrificio y constancia. El respeto que siempre muestras para tus jefes y amigos. Cómo te amoldas y adaptas, y cómo siempre sonríes y respondes los saludos.
Claro que tienes derecho de tener tranquilidad. Cumples con tu trabajo, obedeces, eres puntual y asistes a todos tus deberes. Eres leal, una persona agradecida. Y todo tu grupo social sabe que cuenta contigo. Juntos es que han protegido todos sus intereses. No han permitido que nadie les humille, les insulte, ni les robe.
Y yo, un pobre inútil, hipócrita, leproso repugnante, que defiende cualquier causa sin más razón que gritar escandalosamente, clamando por cualquier limosna de atención que a alguien le sobre.
Claro que tienes derecho de ignorarme. Por gente como yo, este país no avanza en ningún rumbo. Tengo resentimientos, traumas, vicios, necedades. Soy esta persona colérica, inestable y grosera que no es capaz ni siquiera de soportarse a sí misma.
Sólo hay algo que sí quiero rogarte. Y es que, desde nacer, siento este profundo asco. Nunca entendí qué es esto. No me gusta. Cada mínimo detalle, organización, protocolo, jerarquía, cada reglamento escrito y cada regla de etiqueta, cada celebración, convivio, reunión, fiesta o asamblea, cada facción, sindicato y grupo guerrillero, no existe en realidad ninguna sola cosa que no me sea en extremo repugnante.
No imaginas cuántas veces he deseado ponerle, por fin, un fin a esta miseria.
No hay nada más que pueda querer más, que terminar conmigo de una maldita vez por todas.
¿Por qué no, por favor, vinieras, y me ayudas, y me matas?
En el fondo, yo lo sé, soy cobarde, al infinito, un decepcionante cobarde, igual que tú.
¿Qué creen mai frens? Ya no puedo publicar, sólo reaccionar desde mi súper cuenta original, Jorge Castillo Martínez, de Facebook.
Censuras de todos los sistemas de toda la M4tr1X.
¿Qué no han visto los infinitos recursos estéticos e intelectuales que poseo?
Todo lo tengo previsto para hacer lo que yo quiera, por mucho tiempo. Para empezar tengo otras cuentas y tengo cuentas conectadas a mi cuenta desde las cuales desde las cuales también puedo publicar.
Siempre será más sencillo que me escuchen, a que me sigan ignorando.
Que se pudran los tibios. Ayuden a hacer escándalo, les he estado componiendo pura calidad.
En cuanto a ser escritor, una de las pruebas que me puse y que me di a mí mismo, sobre mi indudable calidad, fue en aquella ocasión donde, siendo subgerente de una tienda Aurrerá, escribí un correo electrónico cuyo valor en dinero me redituó arriba de los $50,000 en ahorro de gastos y garantía de continuidad operativa para mi unidad.
Siendo encargado, justamente, como «subgerente de operaciones», era mi responsabilidad pagar a todos los proveedores, garantizar todos los servicios, mantenimiento de equipos, contratación, capacitación, y supervisión de personal operativo; en general, todo aquello que fuera indispensable y necesario para el mejor funcionamiento de toda la infraestructura de la unidad.
Me encontraba en la ciudad de Sahuayo, Michoacán; si no de las más, por lo menos sí bastante calurosa, e hirviente en crímen organizado.
Mis equipos de refrigeración y congelación para la venta de perecederos, como carnes y verduras, estaban teniendo constantes fallas en todo el sistema. Se pagaron y se hicieron diferentes trabajos de mantenimiento; las soluciones sólo iban siendo temporales, cuando ya aparecía un nuevo problema de mantenimiento que arreglar y que se abonaba al conjunto de desperfectos interminables.
Para cada trabajo hice las gestiones de reclamo de garantía por el servicio de proveedor de mantenimiento. Por cada trámite, el CEO de mantenimiento de Walmart México y Centroamérica validó, a favor del proveedor, que no había garantía por reclamar, sino que simplemente se estaban realizando los trabajos de acuerdo a las necesidades.
Llegó el momento en que reuní la evidencia suficiente e irrefutable para decirle, en un correo electrónico (con copia para tod@s los CEOS de Walmart internacional), a este CEO transnacional de mantenimiento, que más bien parecía que estaba trabajando para el proveedor y no para nuestra empresa, Walmart.
Le dije terminantemente que mi unidad no iba a pagar más, y que exigía que se remediese, como fuese y lo antes posible, todo mi sistema de congelamiento y refrigeración.
En el correo electrónico específico en el cual le dije todo esto, estaba haciendo la reclamación sobre la garantía de un servicio de mantenimiento mal ejecutado, cuyo monto de pago ascendió alrededor de los $50,000
Claro que, dejar en perfecto estado mi equipo de refrigeración y congelación, tanto al proveedor como al CEO, les costó mucho más.
Creo que es hasta ahora que tengo las palabras más precisas para decir claramente por qué aprecio y valoro tanto la novela «Rabia Ikari» de nuestro paisa Rafael Tiburcio García. Hace ya años, entre 5 y 3, que había dado con el término «épica» para tratar de explicar la importancia de esta obra literaria. Pero no tenía claro aún cómo fundamentar el uso de ese término.
También, en una ocasión, recuerdo que uno de los pocos poetas del estado que admiro por su obra y magia, Andrés Cisneros, cuyo nombre real es Andrés Cisnegro, me preguntó si yo había escrito algo de crítica literaria, o si sabía si alguien más la hacía. Según mi percepción, me parece que no ▀dije▀… Así, propiamente, del estado de Hidalgo, entre lo que ha podido llamar mi atención por más de un decepcionante momento efímero y lo que he alcanzado a leer, no. Me parece que no. Creo que no ha podido ser terreno fértil para ello.
Imagínate, si uno de los «titulados» y premiados e «internacionalizados», en su ignorancia o perdición moral, le llama a algun@ de sus «amig@s» titulad@s y premiad@s, «el Shakespeare de Hidalgo», inmediatamente puedes darte cuenta de dos cosas:
(1) Ni el emisor ni el receptor del piropo literario tienen identidad ni ideas propios; la única literatura que consiguen es la de la ficción de sus adulaciones mutuas. Si no tienen el mínimo nivel de autocrítica para avergonzarse de esto, y además lo internacionalizan y los premian, significa que en realidad nadie los ve ni los está escuchando, ni mucho menos los están leyendo. Al decir que no tienen identidad, podemos extender esto al límite de su dimensión ontológica y asegurar, sin temor al error, que estas p3r50nas de «requisitos» no son ni valen absolutamente nada. Porque su vida es una simulación constante en todos los sentidos; y lo peor, aquel aspecto que podría ser el pilar de su dignidad como personas en general, el hecho de que son artistas y se supone que ell@s «representan» el «quid» de nuestras mejores posibilidades como seres humanos en general, o al menos una que debería considerarse de las aristas más interesantes en cuanto a ello. Si la plenitud al desarrollo de este camino es un espejismo, pues anulan su persona, ¿no? Y eso ¿por qué debería interesarle a la crítica literaria; si ni siquiera es relevante para la misma literatura? Agrega el siguiente knock-out: su «literatura», si algo famélico hubiere que tuviera la mínima influencia de «importancia» aunque sea en la colonia, lo triste es que su situación de no tener, de verdad, lectores, vuelve su actividad por completo inútil. El más grande autoengaño psicológico, o la estafa más canalla y moralmente baja concebible, lo que merecería las peores deprecaciones, pero serían todo eso cuestiones «morales», «psicológicas», golpes «emocionales» entre unos y otros, «pellizcos sociales», nombré a eso una vez… Si quisiéramos, pudiéramos ver en ese espectáculo, procurando ser generosos, una «fenomenología de la socialité». Pero sin importar mi talento para crear términos y palabras nuevas, lo que solamente serían presunciones mías, y nunca crítica literaria; todo lo mencionado anteriormente nos desemboca en el punto 2, que explicaremos a continuación.
(2) Por cuanto a la condición de posibilidad que nos permitiera escribir crítica literaria en el estado de Hidalgo no radica esencialmente en que a l@s escritor@s con l@s que hemos contado hasta la fecha no les llegase a apetecer es género, sino que la casi totalidad de escritor@s tiene ideas cojas, infantiles o insólitamente desviadas de lo que tendría que ser «escribir literatura», y en su caso definirse como «escritor@», «intelectual», y/o «artista» en general. No puedes hacer «crítica de…» si no hay nada a que referirse con «de…», cuando aquello a lo que quieres llamar literatura, resulta que no es literatura, o porque no había nadie al rededor cuando se cayó un árbol.
Daro Soberanes, que apenas muy recientemente había llegado a Hidalgo por aquel entonces, enseñaba que «crítica» era «separar lo grueso de lo delgado». Podría ser lo más cercano a algo que pudiera producir crítica, pero era más bien «maestro» de estas habilidades literarias en general, no tanto crítica en sí lo que le viera hacer.
No obstante, gracias al estímulo de mis mejores colegas, y gracias a esta Novela, Rabia Ikari, creo que con eso se podría escribir una sola gran crítica literaria que les abarcase a tod@s. Ya tengo en mente, de hecho, cómo será. Incluso si no hubiese de escribir ninguna crítica literaria más en el futuro, ésta sería suficiente para encumbrarme tan sólo en ese género. Y es que, indudablemente, he penetrado en su tejido y no me sorprendería que incluso su autor, de pronto, observe que nunca había leído bien su obra. Es un paradigma. A partir de Rabia Ikari, es posible decir, con una amplia certeza, que nadie sabe ni ha sabido nunca qué es leer, escribir, o hacer arte en general, si no ha leído esta obra… Rabia es la guerra contra todo, y contra uno mismo, por ganarse la identidad propia… Ahí está la guerra fundacional de algo humano, por eso es ÉPICA…
[continuará…]
Primeras impresiones de lectura
(Y pensando sobre el fracaso generacional y aprovechando para recomendar esta lectura en curso de Rafael Tiburcio Garcia, ilustre autor pachuqueño. Con lo cual recuperamos en estas semanas a dos autores pachuqueños que vale la pena leer y recomendar. Margarita Michelena, en poesía, de unos cuantos fracasos generacionales atrás. Y Rafael, contemporáneo)
Acepto el porro con cianuro, pero por el contrario, no veo que hayamos podido fracasar. Fracasar habría sido dejar de sentir nada. Y por el contrario, hemos pasado hasta frenéticamente por las experiencias que han reclamado nuestra presencia. Tener una rabia en qué reflejarse, dónde rastrearnos por la nostalgia, y la cual verbalizar, de pronto también me salva. Me siento agradecido por tener y encontrar cosas que me hacen darme cuenta de que no soy un zombi asqueroso como las generaciones contemporáneas que me rodean. Todos los días experimento el lastre de vivir y convivir con tanta gente pendeja. Y si lo pienso, no hay nada más glorioso que odiarlos. Odiar el parecerme a ellos. Odiar ser ellos. No sé si fracasamos; nuestra generación, o tú. Pero después de estar ahogado y saturado de tanta intoxicación, y tener que vomitarla, como sea agradezco lo que has escrito y sigo leyendo poco a poco con las venas. Me puedo morir de melancolía, pero mi generación no habrá terminado sino hasta que se consuma la rabia.
Me gusta tu novela. Me remite a inyecciones de adrenalina como naked lunch, se está haciendo tarde, de josé agustín, metido con bukowski en el revoltijo mental.
Lo estoy disfrutando de corazón. Si eso es fracasar, me permito hundirme en la mierda con todo y mi odio por la humanidad.
Me acuerdo de mi p4n0ch4 más azúcarpestosa, o sea de «azúcar, yeah», cuando huelo mi mano con olor a p1t0 apestoso y c0it0 decadente. Una tal Món1ca Du6án. Con ella tuve la experiencia del c0ñ0 más apestoso y sabroso a la vez. Su p4n0ch4 era la porqu3rí4 más maravillosa que puede existir. Y si yo apesto, siento que estoy con ella otra vez, y eso me consuela de mi soledad presente.
Por eso a veces pido permiso en el trabajo, o paso los fines de semana sin bañarme, sólo para disfrutar de ese estado etéreo de inspiración platónica de pan0ch4 sublimante.
Claro que jamás renunciaría a la p3stilenci4 proveniente de la dulce entrega de ninguna mujer. Una vez ella, la Cuat4p0tzo —le decía yo— manejaba, y los dos íbamos bien p3d0s por el blvd nuevo hidalgo, y que se ap3nd3j4 y se sube a un camellón. Mejor que haber chocado, excepto que el coche quedó atorado, y tuvimos qué esperar una grúa.
Ella fue tan genial, qu3 m3 la m4mó enc1ma del camellón a medio mero p1nch3 blvd, a media p)nch3 noche, valiéndonos m4dr3 todo, y luego igual ahí mismo se la bombeé de la manera más gloriosa que hubiera podido imaginar.
Me arrastró afuera del coche, me aventó sobre el cofre. Ella se subió encima de todo, me dió la espalda, se hincó hasta quedar ens4rtad4 c0nmig0, y a modo de perr30, se sirvió hasta aullar a cielo abierto y perder el aire, y todavía me la volvió a m4m4r. Y, aún más, todavía después, con la boca apestando a lo más apestoso, p3d0 y m14d0 de su p4n0ch5 y de mi v3rg5 más inflamada, nos besuqueamos encima del cofre, a la mitad de Agnosia, apenas a unos metros de donde Hugo comienza su Rabia en los jales…
Hasta que llegó la grúa, y ella fue a arreglar con su seguro y la grúa y la reparación y ese p3dX, y ya me fui yo para mi casa.
ESA ERA UNA MUJER. Y por ella tengo la madurez y el supremo deleite por los tonos más rancios de l@s sex@s. Ni siquiera l4 p4noch4 que olía a canela con cardamomo, se comparaba con la ap3st0s4 que te estoy contando ahora.
JCM
[Historia de ficción. Cualquier coincidencia con el principio de realidad, es fortuita.]