Hola… Disculpa… Espero no molestarte. Lo siento, porque quizá no debería comentar ni preguntar nada sobre el tema del que te hablaré en estas líneas. No pude evitar ver un par de tus publicaciones en redes, donde me pareció dabas a entender que terminó la relación sentimental que tenías. Es sólo que… no sé si lo interpreté bien; y si sí, no puedo creerlo. No sé si decir «lo siento», o qué, pero es triste de algún modo.
Por lo regular no me preocupa si causo malas impresiones en la mayoría de las personas, pero en tu caso es distinto. Siempre admiré tu inteligencia y perspicacia, independientemente de si teníamos o no coincidencia de opiniones. A ti no te conozco más que virtualmente, y por andar debatiendo/difiriendo sobre asuntos polémicos, pero me inspiras más respeto que otras personas cercanas.
La última vez me habías desamigado y creo que también bloqueado de tus redes. Eso me puso un poco triste, porque expresaste, según me pareció, que te había dado una imagen equivocada de mí mismo. Una que me avergoncé de ocasionarte y por ello perder tu mínima consideración.
Al mismo tiempo, también sumó al respeto y admiración que ya tenía por ti. Según yo, no estaba «ofendiendo» a tu entonces pareja, sino siendo sincero con él. Algo opiné sobre algo que publicaste y, como siempre, buscaba una respuesta, provocar mutuamente nuestro pensamiento crítico, y lo hice contigo porque creí que, dentro de discusiones aleatorias anteriores, había podido comentar que apreciaba tu forma de pensar, el hecho de que tu razonamiento fuera más coherente y sólido que el de tus amigos u otras personas en general. Lo que pensé fue: ¿Por qué este machito asume que yo intento molestar a una dama? Ya había discutido con él antes y sabe que mi bandera es la activación del pensamiento crítico y la colaboración ética entre librepensadores. Además de machista, porque creo que pudo darte la libertad de expresar por ti misma tu pensamiento o tu deseo de no hablar conmigo, me pareció deshonesto y cobarde que alguien intente achacar un defecto moral a otro, con la intención de ocultar o defender sus fallas intelectuales y éticas propios.
Si yo me dedico a pensar sobre eso y actuar en consecuencia, es porque creo que se debe trabajar social y humanamente en ese sentido, y lo que hago no es nada sino seguir el ejemplo de Sócrates. No podemos mejorar nada cuando de hecho nos negamos a admitir y ver los problemas que tenemos. Socializar análisis, vivirlos para poder profundizalos, comprenderlos y poder ser responsables de eso… es lo que busco que logremos.
Lo que detesto en general es que, si bien la familia y las amistades son refugios y apoyos necesarios, por lo regular este primer ideal se pierde en el momento que estos círculos sociales se vuelven hacia hábitos de exclusión, discriminación, fanatismo, encubrimiento y mediocridad. De esta manera, incluso las personas mejor intencionadas y más capaces en su ámbito, causamos, mantenemos y colaboramos con aquellos problemas de los que siempre nos quejamos como sociedades. Si nuestro ego está bien, si lo inmediato está bien, si contamos con aceptación de uno o varios grupos que reafirmen nuestra identidad y «valor», con eso somos felices, eso basta para no querer pensar ni saber nada más. Desde mi punto de vista, esto es un error. No somos topos para quedarnos estancados en una visión corta. Pienso que uno es un ser humano de verdad, una persona viva de verdad, sólo si no dejamos de sentir, aprender, y ampliar, tanto nuestra visión como nuestras capacidades.
Hay gente que conozco y no me importa un conflicto o malentendido con esas personas, aunque sean cercanas, si no puede haber razonamiento, respeto (precisamente) y sinceridad. Me pareces distinta porque en pocas personas se aprecian estas cualidades «ideales» como en ti.
A nuestro amigo y también con otros que defendías, y con los que me veías debatir, nunca quise insultarlos. La intención del intercambio salvaje que provocaba al poner sal en nuestras llagas, era justo por el motivo contrario. Supongo que también soy humano y me pude equivocar en todo, la idea, el método y el resultado.
Y, tu molestia hacia mí, podía que no fuera sino un argumento con el que la vida me respondía y quería enseñarme algo que no podía entender, si no sentía el arrepentimiento y el dolor de no poder comunicarme con alguien como tú. La solidaridad que siempre tuviste con tus amigos y pareja en especial, sólo confirmaba tus cualidades humanas, además de intelectuales.
Yo no soy una persona muy sociable. Casi no tengo amig@s, no convivo mucho con ell@s y pareciera que agoté oportunidades y/o deseo por construir una relación donde pudiera sentirme valorado, querido, apoyado; como un ser humano y no un artículo de consumo, desechable. Pareciera la tendencia de nuestra época, ser desechables. Por alguna razón, algunos pensamos o deseamos el ideal de una vida armónica y significativa; y creo que en alguna parte de nosotros guardamos ese ideal sin importar lo imperfecto o endeble para el contexto de cada quien. Es bonito cuando ocurre, es esperanzador ver personas como tú, haciendo ese despliegue de cualidades, con firmeza, asertividad, inteligencia y ternura a la vez. Me alegré por esa persona, que tenía la fortuna de contar contigo plenamente.
No sé si proyecto mis faltas y traumas, o es empatía pretender imaginar los sentimientos de la ruptura entre otras personas, distintas y ajenas a mí. Da miedo pensar que vivimos, en general, un proceso de deshumanización socio-histórica, donde perdemos la capacidad de unión y entendimiento entre un@s y otr@s; la mentada sociedad líquida.
Pensaría —queriendo hacerlo positivamente— que, pese a todo, probablemente logremos aprender de las cosas, probablemente de eso se trata. Siendo realista conmigo mismo, a veces dudo mucho que yo haya estado haciendo eso bien, como debería.
A veces me pregunto si las cosas que hago son un modo de resistir ante la inercia de la decadencia, o simplemente no entenderé el bienestar, el ser ni el deber ser de nada, porque soy un enfermo incurable.
Tú eres más lista y más fuerte. Sé que sabrás, como siempre, ser ejemplo de resiliencia, sabiduría y fraternidad. Seguiré aprendiendo de ti, o intentando al menos. Deseo estés bien; que lo malo pase y lo bueno mejore.
En cuanto a ser escritor, una de las pruebas que me puse y que me di a mí mismo, sobre mi indudable calidad, fue en aquella ocasión donde, siendo subgerente de una tienda Aurrerá, escribí un correo electrónico cuyo valor en dinero me redituó arriba de los $50,000 en ahorro de gastos y garantía de continuidad operativa para mi unidad.
Siendo encargado, justamente, como «subgerente de operaciones», era mi responsabilidad pagar a todos los proveedores, garantizar todos los servicios, mantenimiento de equipos, contratación, capacitación, y supervisión de personal operativo; en general, todo aquello que fuera indispensable y necesario para el mejor funcionamiento de toda la infraestructura de la unidad.
Me encontraba en la ciudad de Sahuayo, Michoacán; si no de las más, por lo menos sí bastante calurosa, e hirviente en crímen organizado.
Mis equipos de refrigeración y congelación para la venta de perecederos, como carnes y verduras, estaban teniendo constantes fallas en todo el sistema. Se pagaron y se hicieron diferentes trabajos de mantenimiento; las soluciones sólo iban siendo temporales, cuando ya aparecía un nuevo problema de mantenimiento que arreglar y que se abonaba al conjunto de desperfectos interminables.
Para cada trabajo hice las gestiones de reclamo de garantía por el servicio de proveedor de mantenimiento. Por cada trámite, el CEO de mantenimiento de Walmart México y Centroamérica validó, a favor del proveedor, que no había garantía por reclamar, sino que simplemente se estaban realizando los trabajos de acuerdo a las necesidades.
Llegó el momento en que reuní la evidencia suficiente e irrefutable para decirle, en un correo electrónico (con copia para tod@s los CEOS de Walmart internacional), a este CEO transnacional de mantenimiento, que más bien parecía que estaba trabajando para el proveedor y no para nuestra empresa, Walmart.
Le dije terminantemente que mi unidad no iba a pagar más, y que exigía que se remediese, como fuese y lo antes posible, todo mi sistema de congelamiento y refrigeración.
En el correo electrónico específico en el cual le dije todo esto, estaba haciendo la reclamación sobre la garantía de un servicio de mantenimiento mal ejecutado, cuyo monto de pago ascendió alrededor de los $50,000
Claro que, dejar en perfecto estado mi equipo de refrigeración y congelación, tanto al proveedor como al CEO, les costó mucho más.
Creo que es hasta ahora que tengo las palabras más precisas para decir claramente por qué aprecio y valoro tanto la novela «Rabia Ikari» de nuestro paisa Rafael Tiburcio García. Hace ya años, entre 5 y 3, que había dado con el término «épica» para tratar de explicar la importancia de esta obra literaria. Pero no tenía claro aún cómo fundamentar el uso de ese término.
También, en una ocasión, recuerdo que uno de los pocos poetas del estado que admiro por su obra y magia, Andrés Cisneros, cuyo nombre real es Andrés Cisnegro, me preguntó si yo había escrito algo de crítica literaria, o si sabía si alguien más la hacía. Según mi percepción, me parece que no ▀dije▀… Así, propiamente, del estado de Hidalgo, entre lo que ha podido llamar mi atención por más de un decepcionante momento efímero y lo que he alcanzado a leer, no. Me parece que no. Creo que no ha podido ser terreno fértil para ello.
Imagínate, si uno de los «titulados» y premiados e «internacionalizados», en su ignorancia o perdición moral, le llama a algun@ de sus «amig@s» titulad@s y premiad@s, «el Shakespeare de Hidalgo», inmediatamente puedes darte cuenta de dos cosas:
(1) Ni el emisor ni el receptor del piropo literario tienen identidad ni ideas propios; la única literatura que consiguen es la de la ficción de sus adulaciones mutuas. Si no tienen el mínimo nivel de autocrítica para avergonzarse de esto, y además lo internacionalizan y los premian, significa que en realidad nadie los ve ni los está escuchando, ni mucho menos los están leyendo. Al decir que no tienen identidad, podemos extender esto al límite de su dimensión ontológica y asegurar, sin temor al error, que estas p3r50nas de «requisitos» no son ni valen absolutamente nada. Porque su vida es una simulación constante en todos los sentidos; y lo peor, aquel aspecto que podría ser el pilar de su dignidad como personas en general, el hecho de que son artistas y se supone que ell@s «representan» el «quid» de nuestras mejores posibilidades como seres humanos en general, o al menos una que debería considerarse de las aristas más interesantes en cuanto a ello. Si la plenitud al desarrollo de este camino es un espejismo, pues anulan su persona, ¿no? Y eso ¿por qué debería interesarle a la crítica literaria; si ni siquiera es relevante para la misma literatura? Agrega el siguiente knock-out: su «literatura», si algo famélico hubiere que tuviera la mínima influencia de «importancia» aunque sea en la colonia, lo triste es que su situación de no tener, de verdad, lectores, vuelve su actividad por completo inútil. El más grande autoengaño psicológico, o la estafa más canalla y moralmente baja concebible, lo que merecería las peores deprecaciones, pero serían todo eso cuestiones «morales», «psicológicas», golpes «emocionales» entre unos y otros, «pellizcos sociales», nombré a eso una vez… Si quisiéramos, pudiéramos ver en ese espectáculo, procurando ser generosos, una «fenomenología de la socialité». Pero sin importar mi talento para crear términos y palabras nuevas, lo que solamente serían presunciones mías, y nunca crítica literaria; todo lo mencionado anteriormente nos desemboca en el punto 2, que explicaremos a continuación.
(2) Por cuanto a la condición de posibilidad que nos permitiera escribir crítica literaria en el estado de Hidalgo no radica esencialmente en que a l@s escritor@s con l@s que hemos contado hasta la fecha no les llegase a apetecer es género, sino que la casi totalidad de escritor@s tiene ideas cojas, infantiles o insólitamente desviadas de lo que tendría que ser «escribir literatura», y en su caso definirse como «escritor@», «intelectual», y/o «artista» en general. No puedes hacer «crítica de…» si no hay nada a que referirse con «de…», cuando aquello a lo que quieres llamar literatura, resulta que no es literatura, o porque no había nadie al rededor cuando se cayó un árbol.
Daro Soberanes, que apenas muy recientemente había llegado a Hidalgo por aquel entonces, enseñaba que «crítica» era «separar lo grueso de lo delgado». Podría ser lo más cercano a algo que pudiera producir crítica, pero era más bien «maestro» de estas habilidades literarias en general, no tanto crítica en sí lo que le viera hacer.
No obstante, gracias al estímulo de mis mejores colegas, y gracias a esta Novela, Rabia Ikari, creo que con eso se podría escribir una sola gran crítica literaria que les abarcase a tod@s. Ya tengo en mente, de hecho, cómo será. Incluso si no hubiese de escribir ninguna crítica literaria más en el futuro, ésta sería suficiente para encumbrarme tan sólo en ese género. Y es que, indudablemente, he penetrado en su tejido y no me sorprendería que incluso su autor, de pronto, observe que nunca había leído bien su obra. Es un paradigma. A partir de Rabia Ikari, es posible decir, con una amplia certeza, que nadie sabe ni ha sabido nunca qué es leer, escribir, o hacer arte en general, si no ha leído esta obra… Rabia es la guerra contra todo, y contra uno mismo, por ganarse la identidad propia… Ahí está la guerra fundacional de algo humano, por eso es ÉPICA…
[continuará…]
Primeras impresiones de lectura
(Y pensando sobre el fracaso generacional y aprovechando para recomendar esta lectura en curso de Rafael Tiburcio Garcia, ilustre autor pachuqueño. Con lo cual recuperamos en estas semanas a dos autores pachuqueños que vale la pena leer y recomendar. Margarita Michelena, en poesía, de unos cuantos fracasos generacionales atrás. Y Rafael, contemporáneo)
Acepto el porro con cianuro, pero por el contrario, no veo que hayamos podido fracasar. Fracasar habría sido dejar de sentir nada. Y por el contrario, hemos pasado hasta frenéticamente por las experiencias que han reclamado nuestra presencia. Tener una rabia en qué reflejarse, dónde rastrearnos por la nostalgia, y la cual verbalizar, de pronto también me salva. Me siento agradecido por tener y encontrar cosas que me hacen darme cuenta de que no soy un zombi asqueroso como las generaciones contemporáneas que me rodean. Todos los días experimento el lastre de vivir y convivir con tanta gente pendeja. Y si lo pienso, no hay nada más glorioso que odiarlos. Odiar el parecerme a ellos. Odiar ser ellos. No sé si fracasamos; nuestra generación, o tú. Pero después de estar ahogado y saturado de tanta intoxicación, y tener que vomitarla, como sea agradezco lo que has escrito y sigo leyendo poco a poco con las venas. Me puedo morir de melancolía, pero mi generación no habrá terminado sino hasta que se consuma la rabia.
Me gusta tu novela. Me remite a inyecciones de adrenalina como naked lunch, se está haciendo tarde, de josé agustín, metido con bukowski en el revoltijo mental.
Lo estoy disfrutando de corazón. Si eso es fracasar, me permito hundirme en la mierda con todo y mi odio por la humanidad.